jueves, 23 de enero de 2014

Vergüenza


La TV me mostró la cara ya adulta y llorosa del hijo de un asesino. El creyó toda su vida que su padre había sido héroe de guerra, pero no era así. Su progenitor había estado preso por matar al hermano de este muchacho cuando él tenía 2 años y la víctima de asesinato 4. La vergüenza por las actividades criminales de su padre lo marcaron tanto que armó una fundación para niños en similares condiciones.

En países que han estado en guerra, sobre todo la Segunda Guerra Mundial y Vietnam, pasa algo parecido. Ninguno de los hijos y nietos de quienes participaron, cuenta que su antecesor mató, torturó o fue carcelero del enemigo. Todos fueron, según los relatos que ellos escucharon, prácticamente obligados a combatir. Pero ninguno ocupó ninguno esos roles que sabemos bien que en toda guerra existen.
A lo sumo, si alguno es increpado con pruebas, se justifican con un “alguien tenía que hacerlo”.

Me imagino a los nietos de los carceleros de los zoo(i)lógicos en la misma situación en el futuro.
Con abuelos “administrativos”, “científicos”, “empleados”, pero carceleros de animales encerrados con el único objetivo de lucrar con ellos, ninguno.



Eduardo Murphy

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