jueves, 19 de junio de 2014

Aprendido del tero

Es conocida la actitud del tero.

Esta ave que habita por nuestras latitudes tiene como método de supervivencia defensiva dejar su nido construido al ras del suelo, entre pastos, alejándose unos metros para que su predador vaya por él. Cuando esto ocurre vuelve a correr o volar y repite esa actitud. Luego vuela dejando a su cazador sin poder atraparlo y, lo más importante, habiéndolo despistado de donde se encuentra su nido.
La gente suele simplificar este comportamiento con la frase: “El tero pega el grito en un lado, pero pone los huevos en otro”.
Como sea se trata de una magnífica estrategia de supervivencia. Que “el otro” crea que lo importante para nosotros está aquí, cuando en realidad está en un lugar distinto.

Esta es claramente la estrategia desarrollada por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el ingeniero Mauricio Macri.

Se presenta en la Reserva Ecológica de Costanera Sur para anunciar “El Plan Buenos Aires Verde”. Un plan, según anunciaron para entre otras cosas reducir la cantidad de gases de efecto invernadero, según explica la web de su gobierno
Apagadas las cámaras de TV, apenas veinticuatro horas después, presenta un proyecto en la Legislatura, en la que tiene asegurada la mayoría, para destinar tres predios de la ciudad a talleres mecánicos, lavaderos y estacionamiento de los camiones de empresas privadas de recolección de residuos urbanos que trabajan para la ciudad, además de ser lugares de acopio transitorio de residuos. Uno de esos talleres y depósito de basura lo va a colocar en esa misma Reserva Ecológica.

Para quienes no la conocen, la Reserva Costanera Sur está incluida desde 2005 en la Lista Ramsar de Humedales de Importancia Internacional, lo que le otorga un alto grado de protección: la Ciudad y el país están obligados a protegerlos. Un humedal es una formación de terreno vinculada con el río, un ecosistema
híbrido entre el terrestre y el acuático.

Para quienes no conocen al Ingeniero Macri les cuento que es un empresario millonario, que trabajó junto a su padre en un gran número de empresas de su propiedad, entre ellas MANLIBA. Esta fue la primera empresa privada de recolección de residuos que vino a reemplazar el servicio que hasta entonces prestaba la ciudad con camiones y personal propio. A MANLIBA se le otorgó la recolección en la última dictadura cívico militar que hubo en Argentina. Durante las primeras semanas los camiones salían a trabajar custodiados por patrulleros de la Policía Federal armados como para ir a la guerra. Temían una protesta sindical pese a que en esa época los sindicatos estaban prohibidos. MANLIBA tuvo durante años la recolección asegurada y, solamente, en el área más densamente poblada de la ciudad, esto es: menos kilómetros de recorrido para igual tonelaje de basura recolectada.

Conocedor del negocio, el ingeniero elige estos tres lugares para talleres y estacionamiento de los camiones pues sabe que a menor recorrido, con igual carga recolectada, mayor es la ganancia de las empresas privadas.

O como el tero, pega el grito en un lugar para proteger su nido, que está en otro.

Eduardo Murphy

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